En la apacible ciudad de Bolivia, la vida del abuelito Saturdino Tola había estado marcada por la dedicación a su familia, especialmente a su nieto José Luis Tola, a quien había criado con amor y cuidado desde que era un niño. Saturdino había sacrificado mucho para brindarle a José Luis una educación sólida y todas las comodidades posibles. Pero, lo que ocurrió recientemente le dejó con una herida profunda en el corazón.
José Luis Tola, ahora un joven de 25 años, había sido el orgullo de su abuelo. Saturdino había invertido tiempo, esfuerzo y ahorros para asegurarse de que José Luis pudiera tener una vida mejor. Sin embargo, la lealtad y el amor que Saturdino había brindado a su nieto no fueron suficientes para impedir lo impensable.
Una mañana, Saturdino descubrió que todos sus ahorros, fruto de décadas de trabajo duro y sacrificio, habían desaparecido. El abuelito se sintió devastado al descubrir que su propio nieto, a quien había considerado su razón de vivir, era el culpable de este acto de traición. Junto a los ahorros, encontró una carta escrita por José Luis, donde explicaba su plan. Según la carta, José Luis se había ido a Europa en un tour gastronómico y no planeaba regresar pronto.
El dolor de Saturdino era inmenso. Había confiado plenamente en su nieto, y esta traición lo dejó con una profunda sensación de traición y desamparo. Saturdino presentó una denuncia ante las autoridades, buscando justicia para este acto despreciable. Deseaba que su nieto fuera llevado ante la ley y enfrentara las consecuencias de sus acciones.
Para Saturdino, la traición de José Luis no solo fue una pérdida financiera, sino también una traición al amor y a la confianza que había depositado en él. Esperaba que la justicia prevaleciera y que su nieto enfrentara las consecuencias de sus acciones, incluso si eso significaba un tiempo tras las rejas. En su corazón, Saturdino anhelaba comprender qué había llevado a su amado nieto a cometer tal traición y qué le depararía el futuro a su familia después de este amargo episodio.